"Cabo de Hornos" apoyó certificación de 100 metros de la Unidad de Buceo Profundo de la Armada

Lunes 11 de octubre 2021

Tras tres años de arduo trabajo, el curso de buceo técnico culminó con éxito las pruebas a bordo del Buque Científico.

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Entre el 20 y 24 de septiembre se llevó a cabo la etapa final del Curso de Buceo Profundo a bordo del AGS 61 “Cabo de Hornos”, culminando así el proceso de capacitación del personal de la Partida de Salvataje de la Primera Zona Naval iniciado el 2019, que debido al Estallido Social y la Pandemia por Covid-19, se postergó hasta la fecha.

La génesis del Curso fue la Operación “Loreto” y la búsqueda del avión Casa 212 en Juan Fernández, donde surgió la necesidad de tener la capacidad de realizar operaciones de buceo por sobre los 50 metros. Fue ahí donde se creó la primera Unidad de Buceo Profundo, certificándose el 2015, permitiendo a la Armada efectuar cualquier actividad que vaya más allá de las profundidades limites que tienen las técnicas convencionales, logrando hacer rebúsquedas de elementos o cuerpos, y principalmente, apoyando el rescate de submarinos siniestrados.

Durante la madrugada del 20 de septiembre, el Buque “Cabo de Hornos” zarpó con rumbo a la bahía de Papudo para dar inicio a la etapa final del Curso de Buceo Profundo, donde ocho miembros de la Partida de Salvataje N°1 de la Primera Zona Naval darían inicio a la cuarta y última etapa del curso, luego de intensas semanas de trabajo para alcanzar la descollante meta de los 100 metros de profundidad.

Al arribar a Papudo, la Unidad verificó la profundidad del área de operaciones, empleando el ecosonda multihaz EM 710, equipo hidrográfico de alta definición y diseñado para operar en profundidades hasta 2800 mts, el cual cuenta con un sistema integrado autoestabilizador que permite disminuir los efectos del balance y cabeceo. De esta forma, se logró seleccionar un área apropiada que reuniera las condiciones más favorables para la ejecución de la etapa final.

El martes 21 la Unidad recibió al Comandante en Jefe de la Primera Zona Naval, Contraalmirante Fernando Cabrera, quien aprovechó la instancia para compartir con personal de la Partida de Salvataje y enterarse en terreno del desarrollo general de la etapa final del curso. Además, conversó y compartió con dotación del buque, a quienes felicitó por el alto nivel de conservación, presentación, operatividad de los equipos de a bordo y la actividad en ejecución.

Con el “Team” de la Unidad de Buceo Profundo ya en la zona, este fue dividido en dos grupos para la ejecución del descenso. La primera partida realizó la prueba el día jueves 23, mientras que la segunda el viernes 24, ambos alrededor de las 9 de la mañana para aprovechar las buenas condiciones del mar y el viento.

Los dos “Team”, que cumplen con las 100 horas de buceo previo y como requisitos para poder realizar el descenso, además de la teoría necesaria para alcanzar los 100 metros de profundidad de forma segura, contando también con una cámara hiperbárica a bordo de la Unidad, un médico naval y dos enfermeros navales especializados en sumersión en caso de ocurrir alguna emergencia. El tiempo total en promedio, entre sumersión y ascenso, bordea los 105 minutos.

Preparación

El Oficial de Buceo Profundo de la Unidad de Salvataje N°1 de la Armada, Capitán de Corbeta Pablo Henríquez, fue el encargado de la planificación logística del procedimiento y explica que “para poder llevar a cabo el descenso de 100 metros tuvimos que contar con una estación de mezcla de gases, que nos permite desarrollar todos los gases que vamos a respirar a diferentes profundidades, por medio de un compresor, que nos permite elevar y disminuir las presiones durante el buceo”.

El experimentado buzo naval relata que durante el avance del curso una de las cualidades que deben desarrollar los alumnos las adquieren en el Curso Especializado de “Blender” (mezclador), para que cada uno sea capaz de mezclar sus propios gases, analizarlos, y así cumplir con la medida exacta necesaria para alcanzar la profundidad objetiva.

El Capitán Henríquez comenta la importancia de las 4 etapas del curso, las cuales van escalando en dificultad, según la profundidad que se va logrando, lo que conlleva un conocimiento del equipo de descenso a la perfección (el cual pesa cerca de 40 kilos), mucha concentración, consciencia de la descomprensión a realizar en relación a los metros descendidos y, lo más vital, cohesión con el equipo.

“Para mí lo más destacable de las cuatro etapas es la cohesión que tenemos que lograr como equipo. Esta técnica de buceo es bastante especial, principalmente porque el “Team” de buceo solo lleva aire suficiente para rescatar a 1 y 1/2 de buzos de los que estamos en el fondo, que somos cuatro, por lo tanto la cohesión que debe existir en el equipo y el conocimiento del camarada en los procesos de emergencia, creo que es lo más relevante para este tipo de actividad”, enfatiza el Oficial.

Al ser un tipo de buceo desafiante, el descenso comienza desde la preparación exhaustiva del equipo de autonomía, una visualización del mismo por medio de distintas técnicas adquiridas, la verificación de los instrumentos y sus elementos personalmente, y preparar la claridad mental y memoria muscular para poder buscar el equipo en el fondo, sin tener la visibilidad adecuada o el tiempo para reaccionar de manera oportuna ante una crisis o emergencia.

“Es normal tener un poco de nerviosismo previamente, y eso hace que uno vaya generando ideas de cómo solucionar los posibles problemas que puedan ocurrir en el fondo. Ya iniciado el buceo, la verdad es que cambia el panorama, el equipo de superficie es más liviano y cómodo, y resulta ser una caída libre en la oscuridad.  Es una sensación bastante especial”, destaca el Capitán Henríquez.

100 metros de profundidad

Antes del descenso, los buzos realizan un último encuentro para alcanzar una tranquilidad mental como grupo. Una vez todos listos, el líder indica la partida y comienza el ansiado viaje a las profundidades del mar. La visibilidad del área, acompañada por la luz natural de la mañana, acompaña al equipo hasta los 30 metros, luego, sólo son visibles las linternas de los miembros.

Durante el descenso, el “Team” realiza distintas paradas para ir acomodando el cuerpo y los equipos de autonomía a la presión. Una vez alcanzada la meta de los 100 metros, los buzos deben permanecer 13 minutos en el fondo, debiendo efectuar cerca de 85 minutos de descompresiones para que el cuerpo no se vea afectado por la presión atmosférica, haciendo una descompresión obligatoria. Cumplido el tiempo, los buzos inician la última, y quizás más importante etapa; llegar sanos y salvos a la superficie.

El Capitán de Corbeta Juan Pablo Tessada, Oficial Jefe del Área de Entrenamiento de Rescate y Salvataje de la Armada, cuenta tras ejecutar exitosamente el descenso que “fue un camino largo para llegar a este proceso formativo como Instructores de Buceo con Circuito Cerrado de Alta Profundidad, y hoy formar una nueva generación de la Unidad de Buceo Profundo. Con un duro entrenamiento y capacitación, alcanzamos la profundidad de 100 metros, con 8 miembros certificados sanos y salvos”.

Por su parte el Comandante del “Cabo de Hornos”, Capitán de Fragata Carlos Alfaro, destaca la importancia de la Unidad como plataforma para la correcta realización del curso. “Para nosotros es muy relevante porque uno de los principales roles del Buque es la búsqueda, rescate y salvataje. Esta capacidad hay que mantenerla entrenada y obviamente esta es una actividad en equipo, y con esta Unidad de Salvataje a bordo, explotamos de mejor manera nuestras capacidades”, concluye.